Artículo en Hand Clinics - junio de 2006
La artrosis de la articulación trapeciometacarpiana del pulgar es un problema clínico frecuente, así como un reto desconcertante, debido a la miríada de opciones de tratamiento. El hecho de que existan tantas opciones quirúrgicas diferentes para esta afección demuestra que ninguna de ellas tiene una tasa de éxito óptima. O quizá sea que la mayoría de las opciones de tratamiento funcionan a satisfacción del cirujano; de ahí que el clínico siga utilizando su técnica favorita, a pesar de que quizá no sea el método más adecuado para un estadio concreto de la enfermedad. Una cosa es indiscutible: la artrosis de la articulación basal del pulgar tiene muchas presentaciones clínicas diferentes, y no se puede utilizar una sola técnica para todos los estadios diferentes y todas las necesidades individuales de los pacientes. Cuando se ha agotado el tratamiento conservador, existe una amplia gama de opciones quirúrgicas entre las que elegir. El tratamiento debe adaptarse a cada paciente. Los estadios iniciales de la artrosis de la articulación basal se observan con mayor frecuencia en mujeres de mediana edad. En la literatura se habla de ello en muchos casos, pero rara vez se da una solución para el tratamiento de estas pacientes frecuentemente activas. El uso de antiinflamatorios, férulas e inyecciones de corticoesteroides sólo sirve como medida paliativa, ya que ninguno de ellos altera la mecánica articular ni afecta a la propia superficie articular.
Además, el uso de esteroides inyectables puede acelerar la pérdida de cartílago y empeorar la atenuación capsular. Sólo los casos más leves de sinovitis transitoria escaparán a la inevitable pérdida progresiva de cartílago y, por tanto, a la necesidad de tratamiento quirúrgico si el paciente desea realmente una solución definitiva. Después de la articulación interfalángica distal, relativamente poco importante, la articulación carpometacarpiana (CMC) del pulgar sigue siendo la localización más frecuente de la artrosis en la mano. También es la más crítica para la función de la mano. Se ha argumentado que la evolución del hombre se ha debido en gran medida a la mayor amplitud de movimiento y función como con-secuencia de la articulación basal del pulgar, lo que ha llevado al uso progresivo de herramientas en la evolución de los homínidos. El tratamiento de esta articulación funcionalmente importante sigue siendo una prioridad para el cirujano de la mano, y es importante utilizar la amplia variedad de técnicas quirúrgicas para tratar de forma óptima esta afección.
Clásicamente, la articulación basal se ha tratado por medios quirúrgicos sólo cuando se han agotado las opciones conservadoras. La opción principal ha sido, y sigue siendo, algún tipo de artroplastia resectiva abierta. Aunque la literatura demuestra buenos resultados en muchos estudios differentes y utilizando una variedad de técnicas, sigue estando claro que se trata de un procedimiento quirúrgicamente agresivo, porque se requiere la resección de todo un hueso del carpo para lograr el alivio del dolor. Esto sin duda tiene sentido en los casos más avanzados en los que el trapecio suele estar atenuado o presenta una deformidad grave, incluidos osteofitos marginales, pero en estadios más tempranos se requiere una opción más conservadora que permita futuras intervenciones si el tratamiento primario no tiene éxito. Otras opciones, quizá menos agresivas, incluyen la artrodesis, que puede proporcionar un excelente alivio del dolor pero tiene la limitación obvia de la pérdida de movimiento, o la sustitución articular. La artroplastia articular, como en cualquier otra articulación del cuerpo, tiene el riesgo añadido del fallo del implante, ya sea de silicona o de componentes metálicos y plásticos. No es una buena opción para los pacientes más jóvenes y con mayor demanda.
Citar este artículo: Badia, Alejandro. (2006). Artroscopia Trapeciometacarpiana: Una clasificación y un algoritmo de tratamiento. Clínica de la mano. 22. 153-63. 10.1016/j.hcl.2006.02.006.
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