"Nada preocupa más a un escribiente que envejece por cuenta propia que verse marginado o, lo que es peor, incapacitado, por un molesto problema médico que el tiempo o un Advil no pueden solucionar. El dolor que no podemos explicar nos asusta, sobre todo cuando pasamos de los 55 años. El tiempo se nos escapa demasiado deprisa y nos queda tanto por hacer que tendemos a negar los síntomas y a esperar que desaparezcan. Eso es lo que hice cuando empecé a perder el uso de la mano derecha a principios de este año. La ignorancia, en más de un sentido, es la razón por la que el síndrome del túnel carpiano me sorprendió. Como mucha gente hoy en día, tenía una idea equivocada de las causas de esta afección y de quiénes eran sus víctimas. Si el mito de que está causado por teclear y otras actividades repetitivas fuera cierto, pasar tarjetas de crédito habría incapacitado a la población de Caimán hace años".