Carta escrita por uno de nuestros pacientes
Esta columna será muy breve. La escribo con la mano izquierda. Hace unas 72 horas el Dr. Alejandro Badia me operó la derecha, y la tengo vendada. Fue para aliviar el síndrome del canal carpiano, así como tendonitis en el dedo del medio. Sería conveniente que los lectores conocieran mejor las causas y tratamientos de estos achaques tan comunes, y de fácil diagnóstico y cura a manos de médicos especializados. Pueden hacerlo, por ejemplo, visitando la página http://www.drbadia.com, del Dr. Badía, uno de los cinco galenos del Miami Hand Center, donde he recibido atención muy profesional y humana en todo momento.
La operación es lo que llaman cirugía menor. Pero no tan menor como yo hubiera pensado. De lo contrario, habría escrito esta columna antes de la intervención quirúrgica, y no estaría pasando ahora tantos apuros. Tres días con un uso muy limitado de la mano derecha, han servido para aumentar mi admiración por las personas incapacitadas que a fuerza de voluntad logran ser útiles e independientes. He pasado infinidad de dificultades, no ya sólo para vestirme y comer, sino para actividades tan simples como abrir un sobre, un paquete de cereal o un frasco de medicina. El primer día me costaba trabajo hasta pasar las páginas del periódico. Sin embargo, he comprobado que con paciencia y la ayuda de los dientes, la nariz, el codo o el pie, se consiguen hacer muchas cosas con la mano izquierda. Con ella he querido escribir esta columna aunque me demore media tarde. Me siento satisfecha conmigo misma de que con excepción de algunos mandados que me han hecho mis hijas, me he podido desenvolver sola. Cierto que cada día que pasa mejoro considerablemente, y estoy confiada que mañana o pasado podré escribir en la ordenadora con ambas manos. Un famoso cardiólogo, paciente del Dr. Badía, a la semana de operado de ambas manos, estaba de nuevo en el salón de operaciones, esta vez como cirujano, llevando a cabo operaciones de corazón abierto. Sin duda vale la pena estar molesto unos pocos días y eliminar la posibilidad de daños muchos peores.
Este esfuerzo de escribir hoy lo hago como una forma de intentar, siquiera por breves horas, de experimentar lo que es la vida de las personas incapacitadas, y comprenderlas mejor. Deseo así mismo expresar mi reconocimiento y gratitud a los investigadores científicos y médicos dedicados al cuidado de nuestra salud, como el Dr. Badía y su equipo.
Esta columna es asimismo un elogio de la mano izquierda, tan poco apreciada por los que usamos la derecha. No la ejercitamos bastante, por lo que nos es más difícil desenvolvernos con ella, pero en este caso me ha respondido bien. De un buen diplomático y mediador, decimos que tiene mano izquierda. Es una frase feliz, porque la mano izquierda, con una fuerza limitada, consigue ser útil en situaciones difíciles. Menos decidida y segura de sí misma que la derecha, a la larga consigue ser igualmente eficiente.
Dados los siempre dramáticos acontecimientos en el acontecer mundial que ocupan las noticias a diario, y que podría haber comentado, parecería que no he utilizado bien este espacio. Dispénsame, lector. Ojalá al menos esta columna te haga meditar, como lo he hecho yo en estos días, sobre cuántas bendiciones tenemos de las que apenas estamos conscientes. La primera, sin duda, es la salud.
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